"Me voy a dedicar a la Medicina del alma"

Ha pasado de recorrer de forma vertiginosa los pasillos de los quirófanos de la Clínica Universidad de Navarra a la quietud del Convento del Carmelo de Zarautz, donde se ha llevado su gran sonrisa.

Clara Simón Vázquez | 26/11/2012 00:00

Akiko Tamura Ezquerra. (DM)

El día 11 de agosto, festividad de Santa Clara, Akiko Tamura Ezquerra, cirujana torácica de la Clínica Universidad de Navarra, ingresó en el Convento del Carmelo de Zarautz. Ha sido la primera cirujana torácica española en tener acreditación para utilizar el Da Vinci para hacer una timectomía, pero la llamada de Dios ha podido más.

PREGUNTA. ¿Cuándo descubrió que quería ser monja de clausura?
RESPUESTA. Nunca he querido ser monja de clausura. La palabra monja no me gusta pero sentí la llamada el pasado Jueves Santo. Había presentido algo en un encuentro con Juan Pablo II en Cuatro Vientos en Mayo del 2003. Ahora sentí que Dios me pedía enclaustrarme y que estaría conmigo, que no tuviera miedo era una llamada de Amor. Luego surgieron dudas, claroscuros pero con la ayuda de la oración y de manos de la Virgen y la dirección espiritual se confirmó mi camino.
P. ¿No se planteó la posibilidad de otra vocación que le permitiera estar más cerca de los enfermos?
R. Claro que sí. De hecho mi vocación médica y mi trabajo como cirujana torácica cumplían estos requisitos. Profesamos un juramento al cuidado de la persona y se asume la responsabilidad porque debemos cuidar y defender la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural. Cada ser humano es único e irrepetible. La idea de hacerme monja no ha sido mía.

"Nunca he querido ser monja de clausura. Es más, la palabra monja no me gusta mucho, pero sentí la llamada el pasado Jueves Santo"

P. ¿Le habrá sido complicado haber dejado una carrera profesional tan prometedora?
R. "No hay nada más hermoso que haber sido alcanzados, sorprendidos por el Evangelio, por Cristo". Son palabras de Benedicto XVI al principio de su pontificado. Dios existe y yo me lo encontré... voy agarrada de su mano, no ha sido tan complicado...
P. ¿Ha tenido que enfrentarse a muchos reproches?
R. Si quitamos a Dios de la ecuación esto es un disparate, un imposible, una locura y no hubiera sido capaz ni lo hubiera hecho jamás. Mis familiares, amigos y allegados son conscientes de que esta idea es cero mía y que tengo una Paz y alegría con este paso radical que tampoco son mías.
P. ¿Siente que todo su esfuerzo profesional no ha servido?
R. Al contrario, todo ha sido gratificante. Soy inmensamente feliz y me siento afortunada. Esta etapa de discernimiento en la que uno va recopilando piezas del puzzle y descubriendo la mano amiga en sucesos aparentemente inconexos. No somos fruto de la casualidad, nuestra vida tiene sentido aun en medio de los sufrimientos. Como médico siempre me he sentido recompensada por la gratitud de los pacientes, no me arrepiento de haberme dedicado a la medicina y en concreto a la cirugía.
P. En el tiempo que lleva en el convento, ha vuelto a ver algo de medicina. ¿Ejerce de médico en el convento?
R. Sí, como en casa, pero con muchas limitaciones.

"Si quitamos a Dios de la ecuación esto es un disparate, un imposible, una locura y no hubiera sido capaz ni lo hubiera hecho jamás"

P. ¿Lo echa de menos?
R. Miro hacia adelante.
P. ¿Como lleva haber dejado el manejo de la técnica más avanzada de la cirugía a una vida sin lo que podríamos llamar técnica?
R. Las técnicas son un medio, no un fin en sí mismo. Nuestra vocación médica es una vocación de servicio y de entrega al paciente y las personas que sufren. Me he dedicado con todas mis energías a la cirugía, ahora me voy a dedicar a la medicina del alma, a intentar colaborar en problemas para la eternidad.
P. ¿Cómo han respondido sus compañeros de profesión?
R. Con lágrimas entremezcladas con pena y alegría. A todos los llevo conmigo...