sábado, 9 de marzo de 2013

Crisis global, mujer y desigualdad | Mujer | elmundo.es

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OPINIÓN | Día Internacional de la Mujer

Crisis global, mujer y desigualdad

Niñas afganas leyendo un libro en su primer dia de clase. | EL MUNDONiñas afganas leyendo un libro en su primer dia de clase. | EL MUNDO
  • La investigadora dibuja un retrato de la mujer en tiempos de crisis
Durante la segunda mitad del siglo XX, en amplias regiones del mundo se han producido avances notables hacia una mayor equidad social, económica y política entre hombres y mujeres. Ello, sin duda, ha ido acompañado de una mayor conciencia del inferior estatus ocupado por la mujer y de la necesidad de articular medidas para aumentar su acceso a derechos humanos fundamentales, educación, salud o nutrición. La visión de que el desarrollo y el progreso de las sociedades pasa por propiciar que también las mujeres puedan desarrollar su pleno potencial es cada vez más compartida. Sin embargo, y a pesar de los cambios legislativos y políticos, ningún país ha conseguido eliminar totalmente la brecha que impide la igualdad entre hombres y mujeres.

Los avances son lentos porque la igualdad de género, entendida como un estadio del desarrollo social en el que "los derechos, responsabilidades y oportunidades de los individuos no estén determinados por el hecho de nacer hombres o mujeres", cuestiona actitudes humanas profundamente arraigadas desde el inicio de la mayoría de civilizaciones.

Los informes de los últimos años han identificado el papel clave de las niñas y mujeres jóvenes para romper el ciclo de la pobreza y los avances en materia de educación, salud y mayor igualdad de oportunidades. Estos beneficios se están viendo amenazados. El actual ciclo económico y las políticas de austeridad y de recorte del gasto público combinados con la arraigada desigualdad de género han dejado a las familias, y en especial, a las mujeres y niñas con menos recursos, en una situación de gran vulnerabilidad por la inexistencia de mecanismos de protección social o su menor acceso (allí donde existen).

Según la OIT, desde 2007 se han destruido 13 millones de empleos de mujeres. Más de la mitad de las mujeres empleadas en el mundo están en situación de precariedad (ausencia de contrato formal o protección social) con diferencias regionales muy acusadas especialmente en el Norte de África y en África Subsahariana. Además, es una tendencia preocupante que en esta segunda fase de la crisis las políticas de austeridad y los recortes en el gasto público vayan en detrimento de los servicios donde se concentra el empleo femenino, especialmente en el sector público, como el cuidado de los ancianos y de los hijos, la salud y la educación.

Conocemos ya algunos de los efectos negativos de crisis anteriores en mujeres y niñas, como el aumento del abandono escolar y el incremento del trabajo infantil, que supone a su vez una mayor probabilidad de participar en formas más peligrosas de trabajo, de embarcarse en matrimonios precoces o de ser víctimas de la violencia de género.

La salud de mujeres y niñas también sufre desproporcionadamente durante periodos de contracción económica por la reducción de los ingresos familiares y los recortes del gasto en salud. Se estima que un descenso del 1% en el PIB aumenta la mortalidad infantil en 7,4 muertes por cada 1.000 nacimientos en niñas frente a 1,5 para los varones. Niños, mujeres embarazadas y madres lactantes son los grupos en mayor riesgo de desnutrición.

El impacto de género de la crisis financiera y económica mundial es una realidad que demanda reacciones políticas tanto en las economías avanzadas como en las emergentes. Las respuestas para reducir la desigualdad de género agrandada por la coyuntura actual pasan por establecer mecanismos que ayuden a las mujeres y a los hogares a reducir el sesgo de género en sus decisiones.

En cada contexto es preciso mejorar las infraestructuras para reducir la carga de las tareas domésticas que las mujeres, aunque con grandes diferencias regionales, siguen asumiendo principalmente, lo que frena su acceso al mercado de trabajo formal. Como las medidas encaminadas a promover políticas sociales de apoyo a las familias, en especial al cuidado de niños y mayores, la inversión en formación y educación, o las políticas para promover el acceso al empleo. O mejorando aspectos tan básicos como la disponibilidad de electricidad y agua, el saneamiento, carreteras y medios de transporte, o garantizando la correcta aplicación de la legislación contra la discriminación.

Los obstáculos en el acceso a la educación, la salud, el trabajo o el ejercicio de sus derechos se están acentuando para las mujeres en todo el mundo. Ello, no sólo frena su desarrollo, sino el crecimiento y la recuperación económica de los países.

A pesar de estar inmersos en una fase de políticas de contracción del gasto no podemos postergar las intervenciones que facilitan la reducción de las desigualdades de género. Para ello necesitamos conocer el impacto que está teniendo la crisis en las vidas y oportunidades de las mujeres y niñas. Ello requiere de investigación y de datos nuevos y desagregados. Solo así podemos articular las intervenciones que contrarresten su efecto en la brecha de género. La igualdad de derechos y la justicia social, pero también la reducción de la pobreza y el crecimiento económico, están en juego.

(*) Clara Menéndez, directora de la iniciativa de Salud Materna, Infantil y Reproductiva del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), es especialista en Epidemiología y Medicina Tropical

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