miércoles, 20 de marzo de 2013

Divorcio letal | Código Salud | elmundo.es

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Divorcio letal

Lasquetty junto a Ignacio González y Esperanza Aguirre.| Paco ToledoLasquetty junto a Ignacio González y Esperanza Aguirre.| Paco Toledo
José Luis de la Serna | Madrid
Actualizado miércoles 20/03/2013 10:31 horas
 
La casa sanitaria -ésa en la que se refugia el único bien que conviene conservar a toda costa: la salud- la cuida y la mantiene un matrimonio que tiene que estar siempre en buena sintonía. Como se tiren los trastos a la cabeza de forma permanente, el edificio corre grave peligro de convertirse en ruinas. La casa sanitaria de la Comunidad de Madrid lleva camino del derribo si la pareja formada por políticos y gestores y la de médicos y enfermeras continúan mirándose tan a cara de perro la una a la otra.

Cuando la crisis vacía la caja con la que se pagan sueldos y proveedores y obliga a realizar cambios de calado profundo que eviten que el sistema se colapse es absolutamente necesario sentar en una mesa a dos actores. Gestores y profesionales no deben levantarse de la negociación hasta que se haya llegado a un acuerdo.

La realidad es que los médicos pueden mejorar de una forma marcada la eficacia y eficiencia de lo que están haciendo y los políticos, los gestores y los economistas deben tomar decisiones siempre llegando a un acuerdo con los clínicos. Mal que le pese a la administración, los profesionales sanitarios tienen una buena parte de la sartén del gasto en su mano. Y tienen, además, la consideración de toda la sociedad. La medicina es la profesión más respetada por el español medio mientras la política se encuentra al final de la lista. El que no valore este parámetro se tiene que ir a casa.

España ha aumentado en una década el gasto sanitario en un porcentaje muy significativo. Mucho más de lo que subió el PIB. Más plantillas, más hospitales, más tecnología, más coste farmacéutico. Pocos, en ese tiempo, han puesto freno a lo que se gastaba. Nadie lo ha hecho al cómo se gastaba. Y el cómo es mucho más importante que el qué.

Hay mucho gasto en medicina que es reconducible. Fármacos, asignación de recursos, medidas preventivas muy simples que reduzcan problemas de la categoría de la infección hospitalaria, por ejemplo. Y muchas cosas más que no llevan necesariamente emparejadas el que la salud de la población empeore. Quizá incluso mejore.

Son medidas que se deben hacer de mutuo acuerdo. La administración no puede haber estado ensalzando la excelencia de sus profesionales durante varios años para de la noche a la mañana endosarles casi toda la culpabilidad de lo que pasa. Es impresentable decir que la solución está en una gestión en manos de empresas con ánimo de lucro. Eso no lo sostiene los datos que se tienen.

Pero, por otra parte, los médicos no deben poner palos en la rueda del cambio que hay que hacer en el sistema indefectiblemente. Si se consuma el divorcio entre unos y otros lo más probable, quizá lo más seguro, es que la sanidad española languidezca y pierda la excelencia que ha tenido durante tantos años.

Luego, como suele pasar en los matrimonios rotos, la culpa del desastre habrá que endosársela a los dos

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