Sanidad, poder y autoridad

La sanidad se aprende desde el respeto y con la ayuda de los profesionales, que son los que día a día pulsan el sentir de los usuarios. La autoridad no se compra, sino que se consigue.

Guillermo Fernández Vara. Médico y exconsejero de Sanidad de Extremadura | 04/03/2013 00:00

Agradezco la oportunidad que se me brinda de contestar al señor Hernández Carrón, consejero de Salud de Extremadura, que utilizó esta gran publicación para poner a servidor a caer de un burro. No me voy a poner a la altura de quien tilda de hipócrita a quien ha sido doce años consejero de Sanidad y cuatro presidente de la Junta de Extremadura, pero sí le voy a dar algún consejo.

Los que aprendimos en la cabecera del paciente a movernos por el mundo del dolor, los que sabemos que la sanidad que tenemos no es patrimonio de nadie porque lo es de todos, los que nos hemos dejado los mejores años de nuestra vida en aprender para prevenir, curar y producir calidad de vida, nunca entenderemos a los que creen que éste es un juguete que se puede arrojar a la cara de quien comete el pecado de cumplir con su obligación.

El Señor Hernández Carrón y el Gobierno al que pertenece pusieron a la población contra aquellos que cada día sacan las castañas del fuego a los políticos que presumen de bajar las listas de espera, sin saber que si España tiene el sistema sanitario que tiene al coste que lo tiene, es porque el salario de sus profesionales está por debajo de los países de nuestro entorno. Entraron como caballo loco en cacharrería cesando a todo el que hubiera hablado alguna vez con "los de antes". Fruto de esa "planificación" está el resultado. Ya van por el tercer Consejero en poco más de un año, el segundo gerente de servicio de salud, el tercero de las áreas de Badajoz o Cáceres y así sucesivamente. No se dan cuenta de que tienen el poder que le dieron los ciudadanos y la abstención de IU, pero no la autoridad.

Aprendiendo con respeto, trabajo y pocas fotos
La autoridad en la sanidad es otra cosa. Se la gana uno con el tiempo, desde el respeto, el ejemplo, la moderación, el sentido común, el conocimiento profundo de los temas. Cuando yo llegué a la consejería tenía 35 años. Intenté rodearme de los mejores, pero sobre todo me compré un montón de esponjas para quedarme con todo lo que escuchaba. Miles de horas en congresos científicos, pero sin fotos ni prensa, aprendiendo. Miles de horas en los foros profesionales, sin fotos. Aprendiendo. Muchas horas de mesa camilla con los sindicatos, sin prensa. Aprendiendo.

Me fui de la consejería 12 años después como decano de los consejeros en España y nunca me atreví a dar lecciones. Aprendí de muchos, hice amigos desde el respeto en toda la sanidad. Y ahora viene un consejero a dar lecciones a quien no quiere otra cosa que lo mejor para la sanidad extremeña. Y lo peor de todo es que él lo sabe.

La sanidad exige mucho trabajo y pocas fotos. La sanidad no da votos, los quita. Si funciona, es lo que debe hacer. Si no, es una máquina trituradora aunque silenciosa. Le di un consejo al nuevo Gobierno extremeño cuando llegó hace 18 meses. Cuidad a los profesionales, que hablan con los ciudadanos todos los días y de uno en uno. No me hicieron caso. Sabe el consejero extremeño que puede contar conmigo, aunque nada más llegar al cargo publique un artículo en este periódico para meterse conmigo. No saber interpretar que el poder no consiste en destruir al que no piensa como tú. Eso te lleva a no tener nunca la autoridad, que no se compra: se consigue.