miércoles, 10 de abril de 2013

bioetica & debat - Artículos: Fundamentación de la bioética : Una reflexión bioética frente a los avances biotecnológicos

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Fundamentación de la bioética : Una reflexión bioética frente a los avances biotecnológicos
Enviado por elidibar on 19/3/2013 10:24:02 (167 Lecturas)
Elisa A. Dibarbora


Resumen

“El hombre por naturaleza desea saber” y esta búsqueda del conocimiento deber estar dirigida al bien. Esta afirmación de Aristóteles mantiene plena su vigencia y expresa esencialmente el objetivo del tema que desarrollaremos: La necesidad de encontrar un punto de convergencia entre el conocimiento tecnocientífico y los principios éticos que deben regular su aplicación.
En nuestro siglo XXI esta finalidad cognoscitiva ligada al deseo de dominio nos instala definitivamente en la esfera de la voluntad más que del intelecto. Por lo tanto, aparece como necesidad ineludible la búsqueda de un bien moral. Frente al imperativo tecnológico de hacer todo lo que es posible, anteponer el imperativo ético de hacer lo que se debe. De hallar una guía para encauzar la conducta humana hacia el equilibrio entre el esencial deseo de avanzar en el conocimiento de la realidad natural y social y la toma de conciencia de los peligros que este progreso conlleva para la propia supervivencia como seres humanos.
La praxis bioética con los principios de no maleficencia, justicia, beneficencia y autonomía debe guiarnos para evitar los daños objetivos al medio ambiente y la sociedad y los subjetivos de vivir permanentemente percibiendo posibles catástrofes provocadas por los avances tecnocientíficos.

Palabras clave: Bioética, Tecnología, Ciencia

"The man by nature wants to know" and this pursuit of knowledge should be addressed to the good. This statement of Aristotle maintains full force and essentially expresses the aim of the subject that we will develop: the need to find a point of convergence between the techno-scientific knowledge and ethical principles that must regulate its implementation.
In our twenty-first century this cognitive purpose linked to the desire of domain we definitely installed in the area of the will rather than the intellect. It appears therefore as imperative the search for a moral good. In front of the technological imperative to do everything so that is possible, take precedence over the ethical imperative to do what is right. Find a guide to conduct human towards the balance between the essential desire to advance in the knowledge of the natural and social reality and awareness of the dangers that this progress leads to the survival as human beings.
Praxis bioethics with the principles of no- maleficence, beneficence, justice, and autonomy must guide us to avoid objective damage to the environment and society and the subjective damage of living constantly feeling potential disasters caused by advances rushes.

Keywords : bioethics, Technology, Science

* Doctora de la Universidad Nacional de Rosario: Mención en Bioética. Licenciada en Filosofía. Profesora adjunta de la Cátedra “Introducción a la Filosofía y Ciencias Sociales” de la Facultad de Derecho e investigadora independiente del Consejo de Investigaciones de la Universidad Nacional de Rosario, Santa Fe, Argentina. elidibar@gmail.com

1- Introducción

Ética:
“En el lenguaje filosófico general, se usa hoy el vocablo ethos para aludir al conjunto de actitudes, convicciones, creencias morales y formas de conductas, sean de una persona individual o de un grupo social, o étnico, etc.” (Maliandi, 2004, 20)
Vemos como ethos es el término griego del cual deriva la palabra ética, que definiremos como la disciplina filosófica que tiene por objeto de estudio reflexionar sobre la moralidad de los actos humanos, brindando una justificación racional desde la perspectiva del bien y del mal.

Tecnología:
De la expresión techne derivan tanto las palabras técnica como tecnología. En algunos contextos aparecen como sinónimos, sin embargo, al clásico significado del término técnica como aplicación de la ciencia, podemos agregar al definir tecnología, la característica de ser un conjunto de técnicas, de reglas procedimentales cuyo objetivo está predeterminado en función de su eficacia para resolver problemas y/o hacer más confortable la vida cotidiana de los seres humanos.
En el sentido frecuente y habitual del término, la tecnología aparece como la aplicación práctica de la ciencia, entendida ésta como un conjunto de conocimientos metódicos y sistemáticos que pueden ser generalizables y trasmitidos con un lenguaje preciso y específico de acuerdo al sector de la realidad que tome como objeto de estudio.

2- Discusión

Tanto la ciencia como la tecnología sólo pueden estudiarse dentro del contexto social en el que se manifiestan; ya que sus desarrollos han modificado esencialmente la relación de los seres humanos con el medio ambiente y la interacción con sus congéneres. La sinergia de estos factores: fenómenos naturales y acciones sociales se ve reflejada en la creciente complejidad y los efectos adversos inesperados que las innovaciones tecnológicas producen y que exceden la capacidad de previsión de la comunidad científica.
“Los científicos, demasiado ocupados en sus tareas de investigación y experimentación, demasiado urgidos por los empresarios que financian esas tareas y, ahora, además, fascinados, maravillados, ante las inmensas posibilidades inéditas con que se encuentran, no tienen tiempo ni tampoco muchas ganas, de ponerse a calcular los riesgos que todo esto implica para la salud y el medio ambiente. (…) No es que ignoren los riesgos implícitos en lo que hacen, sino que sus tareas se han vuelto demasiado específicas; sienten que no pueden ocuparse de todo”. (Maliandi, 2003, 18)
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A todas luces emerge la necesidad de un control externo a la propia corporación tecnocientífica, un límite moral a la ya infinita gama de posibilidades tecnológicas. Introducir como componente fundamental la reflexión ética con el mismo grado de importancia con que se dirimen las cuestiones epistemológicas.
Promover el reconocimiento de los factores sociales y culturales en los que se manifiesta el conocimiento científico y que modificarán sustancialmente la vida de las personas.
Tampoco están ajenas cuestiones ontológicas (referidas al ser de las cosas) y psicológicas. El ejemplo típico lo tenemos en la mayoría de los jóvenes, para quienes la posesión de determinados productos tecnológicos deja de estar en el orden del tener y pasa al orden del ser, como elemento que configura la propia identidad. Esto sucede, generalmente, en forma sutil e inadvertida. Lo natural y lo artificial aparecen como una unidad de mutua interdependencia. La elección de determinadas tecnologías puede llegar a establecer la percepción que tenemos de nosotros mismos como individuos y condicionar nuestras relaciones sociales.
“La consideración de cuestiones sociales y morales de una práctica científico-tecnológica particular puede revertir más importancia que cualquier detalle de contrastación científica”. (Iañez Pareja, Sanchez Cazorla, 2008)
Esta praxis dinámica ligada al deseo de dominio nos instala definitivamente en la esfera de la voluntad más que del intelecto. Por lo tanto, aparece como necesidad ineludible la ponderación de los límites que se deben considerar al avanzar en el terreno desconocido de todo lo que se nos presenta como posible de realizar desde una perspectiva teórica.
Frente al imperativo tecnológico de hacer todo lo que se puede, anteponer el imperativo ético de hacer solamente lo que se debe. De hallar una guía para encauzar la conducta humana hacia el equilibrio entre el esencial deseo de avanzar en el conocimiento de la realidad natural y social y la toma de conciencia de los límites que la comunidad científica se debe imponer en función de los peligros que este progreso conlleva para la propia supervivencia como especie humana.
“La técnica, esa obra fríamente pragmática de la astucia humana, sitúa a los hombres en un papel que sólo la religión le había atribuido a veces: el administrador o guardián de la Creación. En tanto la técnica engrandece su poder hasta el punto en que se vuelve sensiblemente peligrosa para el conjunto de las cosas, extiende la responsabilidad del hombre al futuro de la vida en la tierra, que ahora está expuesta indefensa al abuso de ese poder” (Jonas, 1997, 36)

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3- Tecnofilia y Tecnofobia

Las conductas humanas de amor incondicional o miedo, rechazo, a los avances tecnológicos existieron desde los albores de la humanidad. Nuestros ancestros del período neolítico ya experimentaron estos sentimientos, así se ve reflejada la tecnofobia:
“Ciertas actividades técnicas imprescindibles desde entonces, como la roturación de la tierra, que representaba herir a la Madre Tierra eran tenidas como algo demoníaco. Esta idea de lo demoníaco, o la constantemente evocada imagen del aprendiz de brujo, son por cierto determinadas en parte por prejuicios ancestrales mágicos o míticos, pero constituyen modos elementales de denunciar aspectos de la técnica que la convierten sin cesar, a la vez que en algo imprescindible, también en algo temible. Ése es el gran conflicto intrínseco de toda técnica” (Maliandi, 2006,100)
La tecnofilia está representada en nuestros días por el desbordante – y frecuentemente desbordado- amor a lo novedoso, el afán de poseer “lo último”; el consumismo desmedido que alienta la sociedad capitalista; reflejado, por ejemplo, en las largas filas que los ávidos usuarios de artefactos electrónicos realizan días antes del anuncio de la salida al mercado de un nuevo modelo de algún dispositivo tecnológico para considerarse afortunados por ser de los primeros en poseerlo.


4- Biotecnología.

El desarrollo histórico de la tecnología comienza cuando el hombre, frente a la naturaleza, decide inventar instrumentos artificiales para cubrir sus necesidades básicas y así compensar su esencial inferioridad respecto a otros animales, no racionales, que también pugnan por sobrevivir en nuestro planeta.
De ahí en más, su capacidad creativa va evolucionando y a través de los siglos se desarrollan artefactos y procedimientos técnicos cada vez más complejos.
Así llegamos a los albores de este siglo XXI en los que el avance de la biotecnología brinda a los científicos la posibilidad de intervenir activamente desde comienzo al final de nuestras vidas.
El conocimiento de cómo se produce la concepción, permite realizarla fuera del cuerpo de la mujer; bebés de diseño, clonación, embriones congelados, alquiler de vientres, terapias con células madre; son sólo algunos de los temas que ocupan la atención del mundo en nuestros días y cuya consideración es imposible realizarla independiente de la apreciación ética de sus consecuencias.
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Lo mismo ocurre en el final de la vida: tecnologías en extremo sofisticadas para extender casi ilimitadamente las funciones vitales, pero con la carga de inmoralidad respecto a tratamientos fútiles, desproporcionados: el llamado encarnizamiento terapéutico, que atenta contra la dignidad humana y no permite un buen morir, acorde al respeto que merece un hecho tan trascendente y personalísimo como lo es la despedida de este mundo.
El conocimiento de la secuencia del ADN de un ser humano se torna un instrumento de poder que magnifica la posibilidad de usarlo para el bien o para el mal: terapias génicas oncológicas, patentamiento de virus, chips de ADN, bioterrorismo, son algunos de los términos que frecuentemente se asocian a las investigaciones en el terreno de la genética.
La culminación de esta revolución biotecnológica es la bioinformática, al decir de J. Rifkin “el maridaje de los ordenadores y los genes altera para siempre nuestra realidad, hasta los niveles más profundos de la experiencia humana”.
Como era de esperar la comunidad comprometida con las humanidades médicas no permaneció ajena a estas cuestiones. Desde el Código de Nüremberg (1947) que aparece como respuesta a las atrocidades cometidas por los médicos nazis en la segunda guerra mundial, surgen documentos internacionales para regular éticamente el accionar de los profesionales de la salud. Así en los años setenta emerge la Bioética como disciplina que tiene como finalidad centralizar los esfuerzos para dignificar la profesión médica en el marco del respeto por los principios morales.

5- La Bioética

En 1971 aparece mencionado por primera vez este término acuñado por Van Resselaer Potter, un destacado oncólogo de EE.UU. en su obra titulada: Bioética: Un puente hacia el futuro. Puente entre las ciencias de la vida – bio – y la reflexión sobre la moral: ética, con la función mediadora que desde su surgimiento ha tenido para lograr un desarrollo sostenible en nuestro planeta.
Potter vislumbra el peligro de la supervivencia de nuestro ecosistema por la escasa vinculación que existe entre el saber tecno-científico y el saber humanístico, proponiendo una nueva disciplina que los relacione a modo de instancia abarcadora y superadora.
En la Enciclopedia de Bioética (Reich, 1978) se define a la bioética como el estudio sistemático de la conducta humana en el ámbito de las ciencias de la vida y la atención de la salud, analizada a la luz de los valores y los principios morales.
Los cuatro principios fundacionales de esta nueva disciplina aplicados a la investigación biotecnológica son, (expuestos someramente):
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 No Maleficencia: No causar daño a la vida y al medio ambiente. Se traduce en las reglas:

o Adecuada relación riesgo – beneficio: Reducción de los riesgos asociados a la investigación biomédica al mínimo, y confrontarlos con expectativas de beneficios siempre superiores.

o La protección del sujeto de investigación es más importante que: a) la búsqueda de nuevos conocimientos, b) el probable beneficio científico y c) el interés personal o profesional en la investigación.

o Compensación económica a los pacientes de los daños derivados de su participación como probando.

 Justicia: Ponderar los riesgos y beneficios tanto de las personas como de las poblaciones a la hora de evaluar proyectos tecnológicos. Con las reglas:

o Selección equitativa de la muestra: No exponer a una situación de riesgo a un grupo de personas vulnerables para beneficiar únicamente a otro. Ej.: pobres, prisioneros, enfermos terminales, ancianos.

o Utilidad social de la investigación: Debe estar centrada en los problemas de salud de la población local en la que se investiga.

 Beneficencia: Contribuir a la mejora de las condiciones vitales realmente necesarias para todos los seres humanos. Y sus respectivas reglas:

o Protección de grupos vulnerables.

o Describir los beneficios razonablemente esperados y sin exageración.

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o Asistencia sanitaria después de la investigación.

 Autonomía: Respetar el derecho de las personas a participar en la discusión sobre las innovaciones tecnológicas que se pretendan imponer en una sociedad o cultura. Sus reglas son:

o Consentimiento Informado. Respetar el proceso de dar información a los posibles sujetos o comunidades expuestos a una investigación, con la correspondiente firma de un documento que así lo legitime. Esa información debe ser: comprensible, expresar la participación voluntaria, las alternativas clínicas, el derecho a no participar, el derecho a retirarse y el derecho a no sufrir represalias por el rechazo a participar.

o Protección de la intimidad.

o Confidencialidad.


Debemos entender a la bioética como un quehacer multidisciplinario que fundamentalmente convoca a todas las ramas de los profesionales de la salud, filósofos, abogados, representantes de las ciencias sociales, y, cualquier persona con inquietudes éticas como representante de la comunidad o de los pacientes. Además de las diversas condiciones de formación y experiencia en los campos disciplinarios de los integrantes expertos, todos deben tener en común sensibilidad social, actitud solidaria, mentalidad abierta, no dogmática y pluralista para participar en la deliberación racional de los casos clínicos y las investigaciones biomédicas que se presenten para su consideración en los lugares naturales en los que se lleva a cabo esta tarea que son los comités de ética clínica o asistenciales y los comités de ética de la investigación.

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6- Conclusiones

La salud y la enfermedad trascienden la esfera biológica en la que se manifiestan, y despiertan en nosotros diversas valoraciones. Una visión humanística de la medicina nos obliga moralmente a tener siempre presente el carácter único e irrepetible de cada persona, del respeto que merece, de la necesidad de abarcar tanto el enfoque corporal como el espiritual cuando requieren de un servicio relacionado con su salud.
Los avances biotecnológicos convierten a la praxis médica, tanto clínica como de investigación, en un terreno de gran complejidad por las esferas personalísimas involucradas, fundamentalmente referidas al comienzo y al final de la vida. La dimensión existencial no puede estar ausente. La reflexión en soledad con la propia conciencia es una condición necesaria pero no siempre suficiente. Se impone el tratamiento multidisciplinario, la deliberación racional y una sólida fundamentación de las decisiones a tomar.
Tanto en la atención clínica como en el área de la investigación biomédica, el objetivo prioritario es la protección integral de las personas, el medio ambiente y todos los seres vivos en general.
Es necesario hallar un equilibrio reflexivo entre los argumentos a favor y en contra esgrimidos por los representantes de la comunidad científica, la población a quien va dirigida y la sociedad en general.
La ciencia y la tecnología no son neutras. El saber otorga poder: político, económico, social. Los campos del conocimiento por descubrir son infinitos. Al seleccionar el objeto de estudio a investigar, el científico ya deja de ser neutral.
La tecnología es ambivalente. Con ella tanto podemos hacer el bien como el mal. Genera esperanzas y temores. Nos resulta imprescindible y amenazadora. Esta ambivalencia originaria nos lleva una situación de permanente conflicto.

¿Qué actitud tomar frente a los conflictos?

En principio no negarlos, si es posible evitarlos, tratar de resolverlos o en última instancia regularlos.
Desarrollar mecanismos anticipados de control, valiéndonos de argumentos y fundamentaciones racionales, tomando como punto de partida la interrelación que necesariamente encontramos entre: La eticidad de la ciencia y la cientificidad de la ética. (Maliandi, 2003)
En especial, referido a los avances en genética, predomina la fascinación por los recientes descubrimientos respecto al Genoma Humano ya que se hacen realidad proyectos fantasiosos que hasta hace muy poco tiempo sólo eran dignos de argumentos de obras de ciencia ficción. Bien podríamos afirmar que se cumple la consigna de que en muchos casos la realidad supera a la imaginación.
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Se impone un debate científico, con plena responsabilidad y conciencia moral, pluralista, con respeto a la diversidad de criterios.
Preservar la identidad, la integridad, y fundamentalmente la dignidad de todos los seres humanos.
El resguardo de la identidad, tanto ontogenética – referida a la individualidad – como filogenética – respecto a la parentalidad, mediante la protección de los datos genéticos sean éstos identificados o identificables.
Si bien, a manera de búho de Minerva, que levanta vuelo al anochecer, la legislación en materia de adelantos biotecnológicos llega, en general, cuando ya todo está en marcha; por lo menos proporciona un marco regulatorio para evitar excesos y prever consecuencias aún mas nefastas que si no la hubiera.
Al respecto, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura – UNESCO - presentó diversos documentos de innegable valor como guías en estos controvertidos temas:
- Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos, de octubre de 2005, que fundamenta los principios del respeto de la dignidad de la persona, los derechos humanos y las libertades fundamentales.
- Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos, en noviembre de 1997. Documento base para cualquier enunciación de principios éticos referidos al tema y cuyo conocimiento y posterior difusión es un imperativo moral para quienes se dedican a ese campo científico.
- Declaración Internacional sobre los Datos Genéticos Humanos, de octubre de 2003, documento que prolonga y complementa el anterior y se refiere especialmente a la conducta ética concerniente a la recolección, tratamiento, utilización y conservación de las muestras biológicas.
El genoma humano es patrimonio de la humanidad, no sólo de los que la encarnamos aquí y ahora, sino también de nuestra descendencia; es la responsabilidad de los actuales representantes de la ciencia, la ética y el derecho, evitar los daños irreparables que se puedan producir, tomando conciencia de la irreversibilidad de algunos de los procesos biológicos que las intervenciones de la ingeniería genética de nuestro tiempo pueden producir en las generaciones futuras.
La praxis bioética debe guiarnos para evitar los daños objetivos al medio ambiente y la sociedad, y, los subjetivos, de vivir permanentemente percibiendo posibles catástrofes provocadas por los avances tecnocientíficos.


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BIBLIOGRAFIA
IAÑEZ PAREJA, Enrique y SANCHEZ CAZORLA, Jesús, (2008): Una aproximación a los estudios de CTS, http//:www.ugr.es/eianez/biotecnología.htm.(consultado 05/01/08)

JONAS, Hans (1997): Técnica, medicina y ética, Barcelona, Paidós.

MALIANDI, Ricardo (2004): Ética: Conceptos y problemas, Buenos Aires, Biblos.

MALIANDI, Ricardo, (2003): Ética y biotecnología: Cuestión de principios, Mar del Plata, Suarez.

MALIANDI, Ricardo (2006): Ética: Dilemas y convergencias, Buenos Aires, Biblos.

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