BLOG | Nuevas tecnologías
Las 'incontrolables' apps de salud
La m-health (salud móvil) es un concepto que emerge con enorme potencia. |AFPJosé Luis de la Serna | Madrid
Actualizado martes 14/05/2013 11:23 horas
Hace ya varios años, cuando empezaron a proliferar las webs sobre salud, se habló mucho de la necesidad de regular sus contenidos. Entonces, y aún ahora, existen sites con información de salud de gran categoría pero también existen, quizá en mayor proporción, grandes basuras que confunden al usuario que busca información sobre esos temas.
Puesto que en términos globales la mediocridad en internet supera a la excelencia, se ha propuesto en varias ocasiones crear controles, o en su defecto, ciertos certificados que contextualicen los contenidos de biomedicina en el ciberespacio. Un sello de calidad, por ejemplo, concedido por una organización determinada, podría servirle al usuario para saber si está navegando por páginas fiables o no tanto. La idea no ha cuajado. Como pasa con todos los contenidos en un formato u otro que existen en el mundo, el tiempo y la perspicacia de la audiencia se encarga de colocar a cada uno en su sitio. Ha pasado durante decenios en todos los quioscos. La mayoría de la gente distingue claramente que existen diferencias hablando de prestigio y fiabilidad cuando en el mismo estante conviven el 'New York Times' o el 'Wall Street Journal' con tabloides amarillos de muy dudosa credibilidad.
En la red está, poco a poco, sucediendo lo mismo, con matices por cierto. Se oyen quejas contra un advenedizo llamado "Dr Google", al que consulta con frecuencia aquél que quiere saber algo sobre un problema médico. Sin embargo, el buscador estrella no aconseja tan mal como muchos quieren hacer creer. Cuando se le pregunta suele responder con bastante criterio casi siempre, gracias a los sofisticados algoritmos que tiene implementados.
Desde hace algunos meses, parece que lo mismo que en su día se dijo de la web se repite con respecto a las apps de salud. La m-health (salud móvil) es un concepto que emerge con enorme potencia y como pilar fundamental -e irrenunciable- de la sanidad de mañana y pasado mañana. Y las apps son a los smartphones y a las tablets (los soportes cruciales de la m-health) lo que la www ha sido para los ordenadores fijos y portátiles.
Hay decenas de miles de apps de salud -tanto para iOS como para Android- disponibles en las stores virtuales. De todo tipo. Por eso hay también voces críticas que recelan de la calidad de muchas de ellas y reclaman regulación para las mismas. En una palabra, censura previa.
El rumor es creciente y hasta parece que ser que en la FDA (la agencia que regula fármacos y alimentos en EEUU) están pensando en crear algo parecido a una oficina que se ocupe de estudiar la m-health. De hecho, hace años que existe una que trata de temas de la medicina llamada complementaria.
Es bastante probable que nunca exista la posibilidad de regular los contenidos de las apps de salud. La información es libre y más cuando circula a través de internet. Quizá pueda lograrse legislar sobre apps que se centren en diagnóstico o apunten tratamientos. Puesto que los más visionarios pronostican que se recetarán en el futuro más apps que medicinas, lo mismo es necesario diseñar la metodología con la que comprobar la eficacia y posible eficiencia de una app médica.
Sin embargo, para apoyar con la ciencia en la mano una app no parece adecuado clonar el método que se tiene en un ensayo clínico, en el que se está probando un determinado fármaco. El desafío es construir algo distinto que valide con rigor las apps en Medicina.
Puesto que en términos globales la mediocridad en internet supera a la excelencia, se ha propuesto en varias ocasiones crear controles, o en su defecto, ciertos certificados que contextualicen los contenidos de biomedicina en el ciberespacio. Un sello de calidad, por ejemplo, concedido por una organización determinada, podría servirle al usuario para saber si está navegando por páginas fiables o no tanto. La idea no ha cuajado. Como pasa con todos los contenidos en un formato u otro que existen en el mundo, el tiempo y la perspicacia de la audiencia se encarga de colocar a cada uno en su sitio. Ha pasado durante decenios en todos los quioscos. La mayoría de la gente distingue claramente que existen diferencias hablando de prestigio y fiabilidad cuando en el mismo estante conviven el 'New York Times' o el 'Wall Street Journal' con tabloides amarillos de muy dudosa credibilidad.
En la red está, poco a poco, sucediendo lo mismo, con matices por cierto. Se oyen quejas contra un advenedizo llamado "Dr Google", al que consulta con frecuencia aquél que quiere saber algo sobre un problema médico. Sin embargo, el buscador estrella no aconseja tan mal como muchos quieren hacer creer. Cuando se le pregunta suele responder con bastante criterio casi siempre, gracias a los sofisticados algoritmos que tiene implementados.
Desde hace algunos meses, parece que lo mismo que en su día se dijo de la web se repite con respecto a las apps de salud. La m-health (salud móvil) es un concepto que emerge con enorme potencia y como pilar fundamental -e irrenunciable- de la sanidad de mañana y pasado mañana. Y las apps son a los smartphones y a las tablets (los soportes cruciales de la m-health) lo que la www ha sido para los ordenadores fijos y portátiles.
Hay decenas de miles de apps de salud -tanto para iOS como para Android- disponibles en las stores virtuales. De todo tipo. Por eso hay también voces críticas que recelan de la calidad de muchas de ellas y reclaman regulación para las mismas. En una palabra, censura previa.
El rumor es creciente y hasta parece que ser que en la FDA (la agencia que regula fármacos y alimentos en EEUU) están pensando en crear algo parecido a una oficina que se ocupe de estudiar la m-health. De hecho, hace años que existe una que trata de temas de la medicina llamada complementaria.
Es bastante probable que nunca exista la posibilidad de regular los contenidos de las apps de salud. La información es libre y más cuando circula a través de internet. Quizá pueda lograrse legislar sobre apps que se centren en diagnóstico o apunten tratamientos. Puesto que los más visionarios pronostican que se recetarán en el futuro más apps que medicinas, lo mismo es necesario diseñar la metodología con la que comprobar la eficacia y posible eficiencia de una app médica.
Sin embargo, para apoyar con la ciencia en la mano una app no parece adecuado clonar el método que se tiene en un ensayo clínico, en el que se está probando un determinado fármaco. El desafío es construir algo distinto que valide con rigor las apps en Medicina.
.png)
No hay comentarios:
Publicar un comentario