viernes, 7 de marzo de 2014

Experto en bioética ve necesario cambiar los fines de la medicina - DiarioMedico.com

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DANIEL CALLAHAN, COFUNDADOR 'THE HASTINGS CENTER'

Experto en bioética ve necesario cambiar los fines de la medicina

Las enfermedades crónicas afectan ya desproporcionadamente a los países de ingresos bajos y medios, donde se producen el 80 por ciento de las muertes por esta causa, según datos de la Organización Mundial de la Salud.
G.E. Madrid   |  07/03/2014 00:00

Las enfermedades crónicas -en particular, las cardiovasculares, el cáncer, las respiratorias (como EPOC o el asma) y la diabetes- afectan ya desproporcionadamente a los países de ingresos bajos y medios, donde se producen el 80 por ciento de las muertes por esta causa, según datos de la Organización Mundial de la Salud.
De hecho, son la principal causa de fallecimiento en todas las regiones del mundo, salvo en África, donde se prevé que en 2030 superarán a la suma de las causadas por las enfermedades transmisibles y nutricionales y por la morbilidad materna y perinatal.
Un estudio publicado en el Canadian Medical Association Journal ha calculado, a partir de datos de 150.000 personas de 17 países, que en las naciones desfavorecidas la obesidad y la diabetes están aumentando un 250 por ciento y un 450 por ciento, respectivamente, entre las personas que poseen televisores, ordenadores o automóviles.
Daniel Callahan, cofundador y presidente emérito de The Hastings Center, una de las instituciones de referencia internacional en el estudio de la bioética, analiza los problemas éticos que este reto genera en el último número de Brown Journal of Foreign Affairs y llega a la conclusión de que es preciso replantearse los fines de la medicina."Las enfermedades crónicas aumentarán las desigualdades que reinan en estos países", escribe, y, además, "su tratamiento es habitualmente caro y serán los ricos quienes tengan mejor acceso a ellos".
Estrategia occidental
Callahan considera que ante el problema no bastará aplicar la estrategia típicamente occidental, que se resume en buscar modos de organización y gestión más eficientes, olvidando el modelo que subyace a ese abordaje. "Este modelo valora la investigación médica y la innovación tecnológica que no tienen límites: nunca es suficiente cuando se trata de la salud o los avances médicos. Pero ese modelo es el que está elevando los costes aquí y el que resulta menos útil en los países pobres. La mayor necesidad de reforma no está en las organizaciones, sino en los fines de la medicina".
Por este motivo, Callahan propone una nueva serie de fines, que serían aplicables tanto en los países en desarrollo como en los desarrollados, y que conforman una "medicina sostenible", cuyos rasgos definitorios son: asequible para el país a largo plazo; no aspirar a la extensión permanente de la vida y conformarse con una expectativa de vida limitada pero aceptable según la media de la población; que mantiene el coste anual del sistema sanitario al mismo nivel que el crecimiento del producto interior bruto, y que llega la gente de manera equitativa.
"Se necesita una revolución que derroque la tiranía de un modelo de medicina económica y socialmente insostenible. Hay que instituir una visión más modesta, que acepte la inherente finitud del ser humano, sin permitir que el sistema sanitario anegue todos los demás bienes", como la alimentación o la vivienda, concluye Callaham.

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