lunes, 3 de marzo de 2014

Jesús Gutiérrez Morlote, jefe de Servicio de Cardiología del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla :: El Médico Interactivo :: "Es cierto que existen bolsas de ineficiencia en la gestión y estoy convencido de que la mejor defensa de la Sanidad pública es hacerla eficiente, haciendo las cosas lo bien que sabemos"

:: El Médico Interactivo :: "Es cierto que existen bolsas de ineficiencia en la gestión y estoy convencido de que la mejor defensa de la Sanidad pública es hacerla eficiente, haciendo las cosas lo bien que sabemos"



"Es cierto que existen bolsas de ineficiencia en la gestión y estoy convencido de que la mejor defensa de la Sanidad pública es hacerla eficiente, haciendo las cosas lo bien que sabemos"





Febrero de 2014 - Carmen Villodres

Jesús Gutiérrez Morlote, jefe de Servicio de Cardiología del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla. Ex director general del Insalud. Ex director general de RR.HH. del Ministerio de Sanidad y ex secretario general de Salud, ha concedido una entrevista a EL MÉDICO

La presentación del "Manual de Valdecilla de Trasplante Cardíaco" lo ha puesto recientemente ante los medios de comunicación, pero el actual jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander,  Jesús  Gutiérrez Morlote, es un versado profesional con muchas tablas ya que ha pasado por unos cuantos cargos de gestión en tiempos en que en Sanidad estaba casi todo por hacer, allá por la década de los 80 y comienzo de los 90. Un pequeño indicio de la labor desempeñada por Gutiérrez Morlote es que  ha trabajado con cinco ministros. Desde su experiencia denuncia que ninguno de los titulares de Sanidad ha sabido desempeñar la labor que le asigna la Constitución y que es la de la inspección, la vigilancia y el de ser garante de la equidad entre todos los españoles.
Pocas personas pueden tener tanta información desde dentro del sistema ¿verdad?
Desempeñé algunos cargos provinciales como el de  director general de Salud de Castilla-La Mancha; estuve en la dirección general de Recursos Humanos y Organización en el Ministerio; de director general de Ordenación Profesional; de secretario general de Salud. Estos últimos puestos suponían la presidencia de algunos organismos  técnicos como por ejemplo el Plan Nacional del Sida, cuya sede ocupaba este lugar donde estamos (refiriéndose a la sede de la ONT), pues la Carlos III era una de las direcciones generales que dependían de la Secretaría General. Tengo una idea bastante de conjunto del funcionamiento de la Sanidad pública de esa época. Eso es cierto
De todo ese trajín en la Administración ¿qué le trae recuerdos más gratos?
Uno tiende a sobrevalorar o recordar con más cariño las épocas en que era muy joven. Por ello si me preguntan, yo que he trabajado con los ministros de la época  (nada menos  que con cinco), recuerdo con especial cariño al primero, a Ernest Lluch y  la Ley General de Sanidad, que era entonces nuestra ilusión, o  la reforma de la Atención Primaria que se gestó y se puso en marcha en aquellos apasionantes momentos. Uno de los peores fue, en cambio, la epidemia de SIDA que  allá por los 80 asolaba España; también sufríamos  dificultades financieras, ahora tan de actualidad.
La etapa al frente del INS, especialmente dificultosa
¿Cuándo arreció más esa precariedad económica?
Recuerdo como momentos de especiales dificultades la etapa en la que sucedí a Francesc Raventós al frente del Instituto Nacional de la Salud, con un presupuesto que entonces era de 2 billones doscientos mil millones de pesetas -y estoy hablando del año 1989- con 150.000 personas en nómina, en el que el gasto de Farmacia por entonces era superior al presupuesto de 5 ministerios. Para que se haga una idea, el Congreso, el Senado, el Consejo General del Poder Judicial, el Consejo de Estado y la Casa del Rey disponían de un presupuesto menor que el  de Farmacia, que yo tenía que firmar en Alcalá 56. Con unos recursos tan limitados, la época de la transición y la crisis posterior fueron muy duros.
También tendrían su recompensa...
Naturalmente. Fue  una época de trabajo muy apasionado en la que gente muy joven,  muy ideologizada, estaba dispuesta a trabajar en horario de mañana tarde y noche. Recuerdo en aquella época que el recreo que yo tenía era un ratito que me iba los domingos a comer un bocadillo en un banco del Retiro. El bocadillo lo llevaba en la cartera, porque claro, ¿como iba a entrar y salir el director general del Insalud con un bocadillo? (sonrisilla tímida). Y continúa. Pero claro, mi gran plan de entonces era comerme el bocadillo y a las 3 de la mañana los de seguridad llamaban temerosos a  la puerta de mi despacho preguntando si estaba bien. Era otra forma de trabajar, probablemente menos ordenada, también con menor preparación de lo que era entonces la gestión, pero ilusionante y muy comprometida.
¿Cuáles eran las principales guerras médicas de entonces?
La contestación más grave vino de los médicos de AP. Entonces los médicos rurales estaban amarrados  físicamente a su pueblo durante los 365 días al año, ya que no podían salir del pueblo sin el permiso del alcalde, y se les daba la posibilidad de pasar a  otros lugares donde podían hacer guardias, turnos; donde  en definitiva podían vivir en ciudades donde se disponían de otros medios y de otros recursos técnicos.  La cuestión es que  parecía que podía ser fácil implantar los cambios ya que lo que se ofrecía estaba bien. Pero no. Siempre existe una resistencia al cambio; una resistencia que no siempre procede de las personas biológicamente mayores.
La necesidad de explicitar las políticas a aplicar
La actual situación donde cada autonomía campa por sus campos sanitarios ¿le ha llevado a replantearse si eran necesarias las transferencias?
Si la cuestión es si debería haber desaparecido el Insalud estimo que tenía que desaparecer porque era una entidad gestora de la Seguridad Social que se encargaba de la asistencia sanitaria. Había de cambiar porque la Sanidad comenzó a financiarse con impuestos a raíz de que se instaurara la  Ley General de Sanidad. Por lo tanto no tenía sentido que una entidad gestora de la Seguridad Social se encargase de la gestión sanitaria. Ahora, si lo que me pregunta es si debería existir un órgano gestor de la asistencia sanitaria centralizado, o si se tendrían que haber hecho transferencias sanitarias o no -que yo creo que es algo que mucha gente se pregunta- creo que, efectivamente, las transferencias permiten que se esté más cerca de los problemas y que no se olviden regiones enteras como ocurrió anteriormente, pero eso exige también una dosis de valentía por parte de los políticos locales mayor de la que tienen. Mayor valentía por parte de los políticos para abordar ese papel pedagógico consistente en explicar el porqué de las cosas.
¿Está la demagogia de los políticos sacudiendo la equidad en las prestaciones?
Recientemente, desde su Santander natal Jesús Gutiérrez Morlote había llegado a la sede de la ONT para presentar el "Manual de Trasplante Cardíaco", realizado por su departamento en el modélico Hospital Universitario de Valdecilla. En el transcurso del mismo, junto con el director de la ONT y el gerente de su hospital,  hablaron de que algunos centros donde se practica el trasplante no cumplen con todos los criterios que recomienda la ONT. Y el problema está en que quienes tienen potestad para definir esos parámetros de calidad son las CCAA; lo que quiere decir que la comunidad que pase de aplicar los criterios de la prestigiosa organización puede hacerlo con todas las de la ley. Es por ello que reflexiona sobre la cuestión así:
Quizás algunos políticos deberían explicar a sus ciudadanos que reducir el número de centros de trasplante  no es sólo porque sea más barato, que esta ya es una explicación puesto que la eficiencia del sistema nos afecta  a todos, sino porque las cosas se hacen mejor. Cuando uno hace más cosas las hace mejor y la seguridad y la supervivencia de nuestros pacientes es mayor cuando el equipo que se encarga de eso tiene más práctica. Efectivamente al día siguiente de la rueda de prensa en que  se habló  de la materia, políticos de varias autonomías saltaron a la palestra mediática contestando que no pensaban cerrar ningún centro, tal como había pedido  la ONT.
Y continúa...
Eso no siempre es bien entendido y a menudo el partido que está en la oposición lo puede aprovechar para decir que se está haciendo economicismo. Pero creo que  los que estamos en la gestión sanitaria echamos en falta que los políticos tengan un mayor grado de responsabilidad con el sistema sanitario y no  utilizarlo para según qué cosas. Desde luego hace falta un mayor valor para explicarles a los ciudadanos la verdad, porque son mucho más listos de lo que muchos piensan.
La práctica totalidad de los cargos desempeñados por usted han sido en administraciones socialistas. ¿Sigue militando en el PSOE?
Lo cierto es que  no milito en ningún partido político desde hace años. Aunque milité durante casi 30 años en el PSOE un buen día me di de baja. Y no crea,  ampoco estoy en disposición de apuntarme en ninguna militancia aunque, sí, sigo siendo socialdemócrata.
Nuestra Sanidad, un goloso pastel
Seguimos en la actualidad y es obligado preguntarle por la reforma sanitaria, tan famosa, tan controvertida, a lo que responde, ¿Cuál reforma sanitaria?". Es su forma de hacer notar que no solo han existido otras reformas de la Sanidad, sino que él mismo ha participado en otras reformas del sistema. Dándose por enterado de qué hablamos del Real Decreto16/2012, asegura  que "creo que el principal problema de la Sanidad española es su propia importancia cuantitativa. Se trata de un trozo tan grande del pastel presupuestario que necesariamente todos se fijan porque después hay una serie de cosas en las que todos hemos de  coincidir. Es decir, nuestra Sanidad, de cobertura universal y sin límite en las prestaciones, no es una Sanidad cara y eso hay que decirlo y no creo que haya nadie que lo discuta".
¿Qué opina de la actual diatriba de Sanidad pública contrapuesta a la Sanidad privada?
En cuanto a la disputa sobre si la privada es más eficiente que la pública estoy seguro de  que eso no es así. Es decir, si abordamos la distribución de los recursos  o el régimen de personal o incluso, por qué no decirlo, el papel de los representantes de los trabajadores, hay mucho margen para la eficiencia. Porque hay recursos que son innecesarios y no hay valor político para decir quitemos ese recurso de ahí y coloquémoslo en otro sitio porque nos va a salir más barato y le va a salir a usted mejor en otro sitio. Es más, si el paciente se queja por el traslado, le decimos que pagamos el transporte a usted y a su familia y una limusina si se da el caso... Estas cosas hay que decirlas.
¿Y dónde cree que está la clave para hacer más eficiente a la pública?
Es cierto que existen bolsas de ineficiencia en la gestión y estoy convencido de que la mejor defensa de la Sanidad pública es hacerla eficiente, haciendo las cosas lo bien que sabemos; es decir, que seamos capaces de hacerlo a un coste más razonable. Hay que tener en cuenta que es un sistema que posee grandes cualidades. Es buena, cura a todo el mundo y no es cara. El que la privada sea más eficiente es un mito discutible. Pero seamos los empleados de la pública los que la hagamos eficiente porque si no estamos dando argumentos a los que quieren deshacerse de la Sanidad pública porque evidentemente es una parte del pastel muy interesante  ya que es muy grande y muy apetecible. Uno de los grandes problemas que tenemos es que a esta circunstancia  se une el que el político no es capaz de decir las verdades del barquero a sus electores. Muchas veces porque no está informado y otras porque tiene miedo a perder votos. Por otro lado, percibo que hay CCAA que han reproducido miméticamente la estructura que conocían de la Sanidad centralizada y lo que era el Ministerio, lo que era la entidad gestora, situación  innecesaria en comunidades pequeñas. Y esa es una bolsa de ineficiencia grave.
¿Cuál ha sido el papel desempeñado por los ministros del ramo desde que se produjo la centralización?
Creo que el Ministerio de Sanidad  nunca ha ejercido como debiera, con ningún ministro, ese papel de la alta inspección, que tiene asignado y que le autoriza a vigilar y garantizar la equidad de todos los españoles en el acceso a las prestaciones sanitarias. Esa función hay que ejercerla. Lo que pasa es que muchas veces jugamos al estado federal pero no nos comportamos como los estados federales.
¿Y qué opina de la judicialización de la Sanidad madrileña y del contestado copago?
Procuro enterarme lo menos posible de ese ámbito de la política sanitaria. No tengo ni idea. No me suena bien la externalización, aunque solo sea porque ha convulsionado la Sanidad madrileña y creo que para las cosas importantes el sosiego es bueno, pero no me atrevo a juzgar lo que no conozco. En cuanto al copago hay que decir que ya existía y ha existido, pero siempre tuvo un muy escaso efecto disuasorio en la venta de medicamentos. Hace mucho tiempo que ya se dijo que el copago servía para disuadir de  determinadas cosas a las clases más desfavorecidas pero que como co-financiador del sistema no servía.  Para que el sistema de verdad pueda obtener recursos a través del copago y se pueda financiar en parte tendría que cobrarse tanto, que eso sería prácticamente imposible. En cuanto  a quitar las ganas a la gente de ir a urgencias o de hacer según qué cosa, opino que desgraciadamente a los que somos de clase media no nos van a quitar el acudir con  nuestro niño a urgencias o adquirir determinadas cosas pero al que no tiene un duro sí que lo va a quitar del sistema sanitario. Y eso no es solo socialmente injusto, es incluso peligroso desde el punto de vista de la salud pública, por lo tanto yo no creo en el copago.
¿Qué piensa de que los "sin papeles" queden fuera del sistema?
Eso no debiera producirse de ninguna manera. Eso hay que organizarlo. Hace ya 20 años había compañías de viajes de países más ricos  que el nuestro que incluían en el viaje el cambio  de la prótesis de la cadera o el inmigrante que viene  con toda la familia a operarse y a revisarse. Pero la experiencia demuestra que la frecuentación de los inmigrantes al sistema sanitario no es mayor en contra de lo que se dice demagógicamente que la de los nacionales. ¿Qué sería de los viejos españoles sin los inmigrantes? ¿Quién los iba a cuidar y quién se dedicaría a la gente disminuida que está en sus casas y no tiene quien le cuide porque toda la familia está trabajando? Nosotros hemos sido un país de emigrantes y parece injusto marginarles del sistema sanitario.  Además desde el punto de vista de salud pública puede comportar problemas graves.
¿Son los médicos un sector especialmente "protestón"?
En mi época sí que lo éramos. Yo fui despedido de mi hospital al año de entrar, cuando todavía era MIR. Luego en mi época en la Administración sí que hubo muchas protestas porque me tocó la aplicación de la  Ley del 83/ 84 de Incompatibilidades; me tocaron los conciertos con las universidades y los hospitales clínicos. En fin, he navegado por aguas turbulentas, pero creo que en estos momentos los médicos no son conflictivos.
Confiese, ¿cómo logró sobrevivir a cinco ministros?
(Je, je) Lo cierto es que los que sobrevivieron a mi gestión fueron ellos. Lo cual no era nada fácil tampoco. ¡Cinco! Y del ministro que mejores recuerdos guardo fue con mucho con  Ernest Lluch, aunque no crea, con él no pasé de puestos provinciales; igual por eso lo recuerdo con especial  cariño. Pero claro, era un equipo más joven, que hacíamos la cosas con un enorme compromiso político, con un ministro  joven y muy inteligente. Era un líder. Sabía distinguir lo que era importante de lo que no. Aquellas reuniones que teníamos todos los meses los directivos provinciales no las podré olvidar nunca. Creo recordar que cuando Lluch se hace cargo del Ministerio de Sanidad ni siquiera se sabía cuántos trabajaban en Salud. Se calculaba que eran unos 250.000.
¿Y después de todo aquello por qué emprende el "volver, volver"?
Regreso a Santander porque tenía una plaza en propiedad en el Hospital de Valdecilla. Este es un hospital que tiene espíritu de empresa y era volver a casa. Siempre cuento que al volver, hace ya 19 años, y aguardaba cola en el estanco, -por cierto para comprar el periódico o echar la quiniela, eh-, me encontraba a  gente que me decía: bienvenido a casa. Porque por encima de las diferencias políticas o de cualquier tipo, yo era alguien  de la familia que regresaba. Por lo tanto tuve un regreso muy fácil y con una gran acogida. Me alegro de haber vuelto. ¿Qué hubiera sido de mí si me quedo en Madrid? (Ja,ja) Lo mismo acabo de ministro.
El Hospital Universitario de Valdecilla, fundado en 1929, es todo un referente que ha pasado por épocas de estrecheces y por muchas vicisitudes; actualmente hay polémica sobre su externalización o no. Y  evalúa al respecto que "mantener una situación de referencia en un lugar periférico no es fácil".
Algo más que añadir a lo manifestado, doctor Morlote?
Sí. Quiero volver a Madrid (risas).

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