José A. Plaza. Madrid | japlaza@unidadeditorial.es | 09/06/2014 00:00
El plan estratégico nacional para reducir el riesgo de selección y diseminación de resistencias a antibióticos será estudiado pasado mañana, en el Consejo Interterritorial, por Ministerio y autonomías, varios meses después de que su puesta a punto
fuera anunciada por la Aemps.
En Europa, las resistencias a antibióticos se cobran cada año 25.000 muertes y añaden costes cercanos a los 1.500 millones de euros en Europa como consecuencia de los cuidados extra que se precisan en el ámbito hospitalario. La estrategia española tratará de mejorar un abordaje que sociedades científicas, como la Semicyuc, ven escaso.
Entre otras cosas, la Semyciuc ha pedido a la industria que investigue nuevos antibióticos, ya que desde los años 80 sólo han surgido dos nuevos tipos, y ha advertido de que hay bacterias, como la E. coli, que pueden sobrevivir a su fármaco de referencia hasta en el 57 por ciento de los casos. Otras, como Enterococcus faecalis (26,5 por ciento de resistencias), la Klebsiella pneumoniae (25,7 por ciento), Pseudomonas aeruginosa (21 por ciento) y Staphylococcus aereus (17,8 por ciento) tienen tasas de resistencia también excesivamente altas, situadas entre el 17 y el 27 por ciento.
Uso hospitalario y en AP
Con esta realidad, la estrategia busca paliar el excesivo consumo de antibióticos en España. El porcentaje de consumo en el SNS, en el ámbito hospitalario, es del 46 por ciento, muy superior a la media europea y a los países del entorno español (ver mapa).
En todo caso, el 90 por ciento de antibióticos se prescriben desde la primaria, un ámbito en el que también se observa un consumo reducible (especialmente en cefalosporinas y cinolonas). Las causas de una posible hiperprescripción estarían vinculadas con "una escasa información microbiológica y un conocimiento insuficiente de las enfermedades infecciosas".
La principal amenaza es la creciente diseminación de enterobacterias productoras de carbapenemasas, enzimas bloqueadoras de las carbapenemas, que se relacionan con infecciones invasivas con una mortalidad entre el 40 y el 60 por ciento. Hay muchos más retos, y para abordarlos el plan contiene 24 medidas y 84 acciones, en las que se entrecruzan abordajes para salud humana y animal.
Lo primero es monitorizar y evaluar el consumo, controlando el uso de fármacos críticos (previa identificación de cuáles son "críticos"). En pocas palabras, "hay que mejorar la obtención de datos en la comunidad y los hospitales". El objetivo es disponer de información bienal.
Identificar y reducir
En lo que toca a la labor del médico, hay una frase clave en el plan, que supondría un segundo paso tras la identificación de las resistencias prioritarias: "Sensibilizar a los prescriptores para limitar el uso de antibióticos listados, con ayuda de datos de consumo". Este objetivo tiene continuación específica en sanidad animal: "Limitar la prescripción de estos antibióticos cuya efectividad haya que preservar especialmente". Derribar fronteras y participar en más proyectos europeos sobreconsumo y uso de antibióticos es otra de las recomendaciones.
En cuanto al control de resistencias bacterianas, el plan sugiere potenciar una red de laboratorios para identificar precozmente las bacterias resistencias y sus mecanismos de resistencia. De forma paralela, se hace necesario continuar y promocionar los programas de buen uso de antibióticos, específicos en la comunidad.
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