sábado, 23 de agosto de 2014

La rápida mejoría del doctor Senga | Sociedad | EL PAÍS

La rápida mejoría del doctor Senga | Sociedad | EL PAÍS

La rápida mejoría del doctor Senga

“Ya no tiene vómitos, ni fiebre”, afirma la esposa de un médico tratado con el suero Zmapp



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Miembros de Médicos sin Fronteras en el hospital Elwa de Monrovia. / Z. D. (AFP)
“Desde que le empezaron a dar el medicamento de los americanos se encuentra mucho mejor, ahora come, me llama por teléfono todo el tiempo y sólo piensa en salir del centro de aislamiento, donde las condiciones no son las mejores”, explica, por teléfono, Fifi Mbutu, esposa del médico ugandés Omeonga Senga, uno de los tres enfermos de ébola africanos que está siendo tratado en Monrovia con el suero experimental Zmapp, que se le comenzó a suministrar la semana pasada pese a que su eficacia no está demostrada. “Ya no tiene vómitos, ni fiebre, ni se siente cansado”, añade. Senga trabajaba en el hospital católico Sant Joseph de Monrovia, el mismo al que pertenecía al religioso español Miguel Pajares, fallecido de ébola tras su traslado a Madrid.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó este viernes que tres personas estaban recibiendo en Liberia el tratamiento experimental (el mismo que se administró a los estadounidenses Kent Brantly y Nancy Writebol, ya curados, y al español Miguel Pajares, fallecido) y que dos de ellos, un médico y una enfermera, evolucionaban favorablemente, mientras que el tercero, otro médico, había experimentado una razonable mejoría dentro de la gravedad.
Sin embargo, el problema radica en que a este país africano tan solo ha llegado un reducido número de dosis y el fabricante ya ha asegurado que se han agotado sus reservas, lo que ha obligado al Gobierno a elegir entre cientos de enfermos, optando por administrarlo sólo a médicos y personal sanitario.
El otro doctor que está recibiendo tratamiento con el Zmapp es Abraham Borbor, que trabajaba en el hospital JFK de la capital liberiana, mientras que no ha trascendido la identidad de la enfermera. Aunque el Ministerio de Salud liberiano informó en un primer momento de que se le iba a suministrar este tratamiento a los médicos Philip Ireland y Aroh Cosmos Izchukwu, lo cierto es que ambos han sobrevivido al ébola sin necesidad del suero experimental. Aroh, que recibió el alta el pasado miércoles, aseguró este viernes a EL PAÍS: “Sólo he tomado paracetamol”.
Mientras tanto, una frágil calma parece haber regresado a las calles de Monrovia después de los disturbios de los últimos días motivados por la cuarentena a la que se ha sometido a dos barrios, ante lo que se ha declarado un toque de queda nocturno. En uno de esos barrios, West Point, donde residen 75.000 habitantes, el Gobierno comenzó a repartir comida este jueves para tratar de aplacar los ánimos. Pero la calma es precaria, hay mucha tensión y la situación puede estallar en cualquier momento.
Ante la epidemia, Senegal ha tomado la controvertida decisión de cerrar su frontera terrestre con Guinea, así como las fronteras aéreas y marítimas tanto con este país como con Liberia y Sierra Leona. La OMS ha advertido que este tipo de medidas pueden ser perjudiciales para los países afectados sin alcanzar la eficacia buscada para evitar la infección.
En Nigeria, se han confirmado dos nuevos casos de ébola (alcanzando un total de 14). Son esposas de personas contagiadas por Patrick Sawyer, el hombre que importó el virus a la ciudad de Lagos. Son, por tanto, dos casos del mismo foco de infección.
El uso del suero contra el ébola no permite sacar conclusiones | Sociedad | EL PAÍS





Una residente del West Point, un suburbio de Monrovia (Liberia), detrás de una de las vallas que cierra el barrio por la cuarentena ante el ébola. / JOHN MOORE (GETTY)

El uso del suero contra el ébola no permite sacar conclusiones

Con solo seis casos muy heterogéneos el ensayo resulta insuficiente. El tratamiento pudo incluso retrasar la recuperación

La rápida mejoría del doctor

“Ya no tiene vómitos, ni fiebre, ni se siente cansado”, afirma la esposa de un médico tratado en Monrovia con el suero Zmapp
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El uso del suero contra el ébola no permite sacar conclusiones

Con solo seis casos muy heterogéneos el ensayo resulta insuficiente





Una residente del West Point, un suburbio de Monrovia (Liberia), detrás de una de las vallas que cierra el barrio por la cuarentena ante el ébola. / JOHN MOORE (GETTY)
La buena noticia de la recuperación del ébola de los dos cooperantes estadounidenses Ken Brantly y Nancy Writebol ha puesto en el punto de mira de investigadores, organizaciones humanitarias y simples curiosos el papel que haya podido tener el suero experimental que ambos recibieron. Lo desesperado de la situación en África (el número de casos se duplica cada mes) obliga a buscar remedios donde sea. Pero los expertos piden que haya, por lo menos, cautela. Empezando por el jefe del equipo médico que atendió a los misioneros en el hospital Emory de Atlanta, Bruce Ribner: “Sinceramente, no sabemos si [el suero] les ayudó, si no tuvo el menor impacto o incluso si, teóricamente, pudo retrasar su recuperación”, según informa The New York Times. Estas palabras tienen más relevancia en este brote de ébola. Aunque el tipo de virus, el Zaire, había tenido en episodios anteriores mortalidades del 90%, esta vez está en el 55%. Eso quiere decir que 4 de cada 10 infectados se curan habiendo recibido apenas lo más básico.
En España, Fernando de la Calle, médico de la Unidad de Patología Tropical y del Viajero del hospital La Paz-Carlos III que fue uno de los que trató a Miguel Pajares (con el suero Zmapp y el resto de cuidados), coincide: “Hay que tener cautela. No se ha descubierto de repente la penicilina”, declaró a EL PAÍS.
De la Calle es claro en su postura. “El problema de este fármaco es que su investigación se ha saltado muchas fases, desde los ensayos en cultivos hasta los de seguridad y demás trabajos previos a la aproximación en humanos”, dice, porque solo se había ensayado en monos.
"Ha habido mucho ocultismo", dice un médico que trató a Miguel Pajares
Aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) avaló a posteriori la ética de dar medicamentos no probados, es precisamente el sistema de los ensayos el que da validez a los resultados. Y ahí empiezan las pegas. “En Medicina, cualquier estudio científico tiene que calcular el tamaño muestral, saber a cuanta gente hay que aplicarle algo para que el resultado sea fiable”, explica De la Calle. De momento —y parece que por unos meses, ya que el fabricante se ha quedado sin suministro— el Zmapp se ha probado en seis personas: Pajares, los dos estadounidenses y tres liberianos, de los que dos parecen que han mejorado bastante. “Ese número sería poco hasta para un ensayo en fase I, cuando solo se mide la seguridad del fármaco en personas”, indica el médico. José María Miró, presidente de la Sociedad de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc), también insiste en que “lo mínimo es aumentar el número de casos”.
Pero no es solo cuestión de cantidad. “Las seis personas son muy heterogéneas”, afirma De la Calle. Pajares tenía 75 años, Writebol, 59, y Brantly, 33. “Tampoco sabemos sus historias clínicas, en qué estado estaban cuando recibieron el fármaco ni que otros tratamientos les aplicaron”, dice De la Calle.


Esta es solo parte de la información que falta. Ni Pajares ni los estadounidenses permitieron que se hicieran públicos sus informes médicos, con lo que resulta imposible intentar adivinar por qué unos sobrevivieron y el otro no. “Ha habido mucho secretismo. Incluso nosotros pedimos a los americanos, que habían empezado con el tratamiento antes, que nos aportaran más datos, y tampoco nos dieron mucha información”, afirma el médico español. Sí se sabe que en Atlanta tuvieron especial cuidado con evitar los trombos (el virus actúa colapsando los capilares) y vigilando el nivel de electrolitos en la sangre, ya que estos se pierden por las diarreas, hemorragias y vómitos.
Miró cree que en este caso será imposible establecer un ensayo clínico al uso, con un grupo de control que reciba un placebo, “porque no sería ético”. Sin embargo, “si se hace un buen seguimiento de los que reciban el fármaco, luego se puede comparar con otros que estén en sus mismas circunstancias [edad, sexo, antecedentes médicos, otros tratamientos recibidos] y que no lo hayan tomado y si en el grupo que lo recibió la mortalidad es menor se podrá concluir que es efecto del suero”, explica.
Como no se está en esas condiciones, los casos de los tres misioneros pierden valor para sacar conclusiones para otros —al margen de saber que se hizo todo lo posible—. De la Calle lo explica así: “Como ni ha habido ensayos de seguridad, incluso puede ser que Brantly se haya curado por sí mismo, y que, en cambio, el suero le haya causado una insuficiencia renal de por vida”.

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