lunes, 22 de junio de 2015

El SNS sabe cómo cambiar, pero no puede a corto plazo - DiarioMedico.com

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MEDIDAS A TOMAR

El SNS sabe cómo cambiar, pero no puede a corto plazo

Empoderar al paciente, flexibilizar la gestión, incentivar al profesional... topan con un modelo difícil de reconvertir.
José A. Plaza. Madrid | japlaza@unidadeditorial.es   |  22/06/2015 00:00
 
 
Alberto Jiménez Artés y Carlos Albert Arenas
Alberto Jiménez Artés, presidente de la Fundación Economía y Salud, y Carlos Albert Arenas, uno de los coordinadoresen la presentación del libro. (Lenda)
Casi todo está inventado, como admiten los autores del libro 100 perspectivas para mejorar el futuro del sector salud, impulsado por la Fundación Economía y Salud y escrito entre más de cien gestores, clínicos y economistas. Así pues, queda recopilar, debatir, cribar y priorizar lo que lleva años sobre la mesa, con el objetivo de que no sea papel mojado. Si quien manda no lo favorece, los protagonistas del sistema tendrán que ayudar para cambiarlo desde dentro. Parece fácil, pero...
El documento no está cerrado; aspira a ser ampliado a lo largo de los años y, como explica a DM uno de sus coordinadores, Carlos Alberto Arenas, "espera tener mil autores o más".
Arenas, vocal de la Sociedad Española de Directivos de la Salud, asesor científico de la Fundación Economía y Salud y gerente de área sanitaria en Murcia, pone los pies sobre la tierra. Sabe que documentos como éste se han escrito muchos, y que buena parte están olvidados en cajones.
Paciencia: no será fácil 
Cree que estas propuestas, surgidas de un consenso multitudinario, no son nuevas, pero sí las mejores, y defiende el orden de prioridades avalado por los más de cien expertos. Eso sí, matiza que el SNS no podrá ver muchos resultados a corto plazo. Un detalle: potenciar la primaria, clásico entre los clásicos, no aparece citada literalmente como prioridad.
La necesidad más votada es dar más poder al paciente e impulsar su autocuidado. No es una propuesta nueva, pero sí llama la atención que se sitúe en el primer lugar de todas las sugerencias que el SNS lleva años escuchando. La segunda pide evaluar las tecnologías valorando desinversiones. La tercera, flexibilizar la gestión, está de plena actualidad por el decreto de gestión clínica, y debería ir de la mano de cambios legislativos.
Salvo la segunda, más plausible a corto plazo pese a la falta de cultura evaluadora del SNS, las otras dos "son complicadas de llevar a cabo", admite Arenas: "Encajan regular en un sistema paternalista y burocratizado", añade.
Sistema resistente
Considera que las verdaderas ganancias en cantidad y calidad de vida vendrán de la mano de la labor del usuario, que necesita un empujón en forma de "educación de base en salud. Prefiero prevenir la enfermedad que aumentar la cantidad y calidad de trasplantes y stent". Quedan años, admite Arenas, para que se noten avances reales. Habrá que esperar quizá décadas para que "un sistema muy estatutarizado y funcionarial permita más autogestión, libertad organizativa, incentivos no sólo económicos...".
Insiste en su pugna entre realismo y optimismo: "Es una lucha difícil que no sé cómo se decantará. El café para todos, la plaza en propiedad, las jerarquías... No son malos per se, pero pueden no ayudar mucho". ¿Qué podría mejorar en pocos años? "La financiación, las TIC, la evaluación, la transparencia...".

Faltan datos, evaluar los que hay y actuar en consecuencia

El capítulo dedicado a medición de resultados en salud concluye que el problema es de base. No hay datos que medir, y cuando los hay, no se miden bien ni igual, ni se actúa en consecuencia. La lista de debes es larga. No hay orientación a crónicos, ni datos económicos accesibles, ni transparencia para compartirlos, ni conocimiento de los determinantes en salud, ni indicadores que aúnen efectividad y coste, ni herramientas para corresponsabilizar al paciente, ni estratificación de la población... También sobran cosas: "interferencias políticas", por ejemplo.

'Cada uno a lo suyo': hay que reestructurar para unificar

El libro denuncia los muchos "compartimentos estancos", incluso enfrentados, que tiene el SNS: "Falta actitud y capacidad para vislumbrar un proyecto común entre sanidad y servicios sociales, entre niveles asistenciales del mismo sector, entre sector público y sector privado...." Para empezar a paliar este hecho, los autores piden reestructurar la financiación (por edad y morbilidad) y las competencias nacionales, autonómicas y locales, gestionar paquetes comunes sociosanitarios, contar con recursos tanto públicos como privados y usar gestores de casos.

Hay más foco en profesional y sistema que en el paciente

"Las organizaciones están más centradas en los profesionales y en sus estructuras que en servir al paciente". Ombliguismo que deja a un lado al porqué del SNS: el usuario. Además, con una dicotomía paradójica: la prestación es "homogénea pese a poblaciones y riesgos diferentes", y, al mismo tiempo, hay heterogeneidad e inequidad entre comunidades, centros y servicios. El cambio necesario "es incómodo para los gestores y para los profesionales". Se curan pacientes en vez de hacer prevención en usuarios. El ciudadano "debe ser más responsable".

Profesionales desmotivados y resistentes al cambio

El renacimiento que propugna el libro se topa con dos problemas, una suerte de pescadilla que se muerde la cola: la resistencia al cambio se debería a la visión cortoplacista de políticos y gestores, pero también a cierta desmotivación y apego a la zona de confort por parte del profesional. La mayoría de nuevos modelos de gestión "van fracasando" por falta de tiempo para madurar, excesiva burocracia y, en ocasiones, "demagogia". Lo público-privado y el modelo funcionarial serían dos ejemplos para mejorar y repensar, respectivamente, dice el texto.

¿Qué echa en falta el clínico? Saber más y participar

Aunque quizá sería mejor una respuesta de base dentro del sistema, los expertos reunidos en torno al libro concluyen qué barreras dificultan la motivación y progreso del profesional: "Falta de participación e implicación en las situaciones que determinarán resultados; poca formación específica en gestión de recursos; rigidez del sistema, que impide desarrollar estrategias motivacionales; inexistencia de un sistema de evaluación del desempeño, y desconocimiento de los objetivos de la organización". Básicamente, los sanitarios piden voz y voto: autogestión.

12 reformas prioritarias

  • Empoderamiento y autocuidado del paciente.
  • Evaluar tecnologías y valorar la desinversión.
  • Flexibilizar la gestión cambiando legislación.
  • Buen gobierno y transparencia.
  • Integración sociosanitaria. 
  • Incentivar según resultados.
  • Desarrollar las TIC.
  • Pacto de Estado y despolitización.
  • Más atención domiciliaria. 
  • Mejorar la financiación.
  • Interoperabilidad entre sistemas de información.
  • Competencia interna para mejorar.

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