lunes, 8 de mayo de 2017

Nuestra calidad de vida en el mercado negro - DiarioMedico.com

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TRIBUNA. CAROLA PÉREZ

Nuestra calidad de vida en el mercado negro

El cannabis como coadyuvante a las terapias busca seguridad jurídica y sanitaria. A día de hoy, en España solo puede adquirirse en el mercado negro.
Carola Pérez, presidenta del Observatorio Español del Cannabis Medicinal   |  08/05/2017 00:00
 
 

Carola Pérez
Carola Pérez, presidenta del Observatorio Español del Cannabis Medicinal. (DM)
La situación de inseguridad jurídica y sanitaria a la que los pacientes nos vemos abocados actualmente es un sinsentido y una contradicción. Somos un colectivo muy amplio de personas en constante sufrimiento. Nos han propuesto distintas soluciones que siguen sin ser eficientes a día de hoy o cuyos efectos secundarios a largo plazo son muy dañinos para nosotros, que tenemos que convivir con el dolor u otra patología el resto de nuestra vida.
Salvo honrosas excepciones que encontramos en algunos proyectos profesionales en donde se están jugando su libertad por ayudarnos, los pacientes no sabemos lo que estamos consumiendo ni el porcentaje de THC y CBD (los dos principales cannabinoides que contiene nuestra medicación). Tampoco si el producto está contaminado con hongos, plaguicidas, pesticidas o metales pesados. A día de hoy suena increíble que una mamá compre un aceite de CBD en el mercado negro, pague 220 euros y lo que en teoría lleva un 20 por ciento de CBD lleva un 1 por ciento, y vaya usted a buscar al desalmado que le ha estafado.
Resulta impensable que alguien entre en una unidad de dolor y se le dispense tramadol o fentanilo sin saber muy bien cuántos miligramos está tomando, si el medicamento está en buen estado o sin conocer qué tipo de efecto psicoactivo y efecto secundario tiene asociado. Eso mismo estamos sufriendo los pacientes que nos vemos obligados a jugar al ensayo y error. A pesar de todo, los enfermos que estamos usando el cannabis como un coadyuvante a nuestras terapias no vamos a dejarlo porque es lo único que nos produce el bienestar que otras medicaciones no han sido capaces de conseguir. Los pacientes que para evitar estas situaciones intentan cultivar su propio cannabis para uso personal se ven inmersos en una inseguridad jurídica, pudiendo ser investigados y procesados debido a la falta de una regulación específica.
Nada de todo esto tiene sentido ni desde el punto de vista legal ni sanitario. ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI los políticos no sean capaces de sentarse y buscar soluciones rápidas y eficaces ante situaciones que van a continuar y cada vez son más y más las personas que saben que en el cannabis pueden encontrar ese alivio, que podrán aumentar su apetito, disminuir sus crisis epilépticas, sus náuseas en procesos de quimioterapia o simplemente ganar calidad de vida y poder sobrellevar la ansiedad y el estrés asociadas a la enfermedad?
Me parece una falta de responsabilidad política mirar hacia otro lado, decir que aún no hay evidencia suficiente y que hace falta una subcomisión de estudio, como si no hubiera ya suficientes informes y bibliografía al respecto; lo que necesitamos es una regulación lo antes posible. A día de hoy, son muchos los países desarrollados (ver mapa) donde los pacientes pueden autocultivar o que cuentan con programas de dispensación en los que tienen acceso a un cannabis seguro, con una pauta y un seguimiento médico, donde se apoya y se ayuda al paciente. Ahora está en manos de los políticos coger el toro por los cuernos y hacer su trabajo: mejorar la calidad de vida de los enfermos y velar por el bienestar de las personas que conviven con un dolor insufrible.

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